MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XXXII - TIEMPO DE REFLEXIÓN...








Es importante que todos los días tengamos unos minutos para
pensar y reflexionar....

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XXXI - HAY MÁS TIEMPO QUE VIDA...

No tengo prisa... cuando tengas que llegar, llegarás...
Por ahora puedo seguir diciendo: "hay más tiempo que vida"...

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XXX - LOBOS...








Aunque haga frio, granice, nieve o hiele, en la calle puede haber un lobo esperándote...


Para los lobos no hay mal tiempo...


Ellos siempre tienen hambre.

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XXIX - LIBELULAS...


Mi amor flota con nenúfares, en un estanque de libélulas azules...

Que ya sé que qué tendrá que ver este extracto de canción con el dibujo que he hecho...

Pero no todo tiene que tener sentido ¿no?

En mi casi nada lo tiene...

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XXVIII - SEXY AT HOME...

Amancio Ortega debio decir una vez que las mujeres nos preparabamos para salir estupendas a la calle (nos ponemos bonitas para los demás), pero que en casa, para nuestros maridos, solíamos estar hechas unos zorros. En su opinión, es en casa cuando tenemos que estar como un pincel, para que nuestros maridos siempre nos encuentren sexys y atractivas...

Pero pienso yo: excepto la Presley, la Lomana y alguna más que en la vida han tenido que hacer ninguna tarea del hogar... ¿cómo se combina el estar sexy con pasar la fregona, limpiar los baños o cocinar colifror?

Que me lo expliquen...





MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XXVII - EL BOLSO DE MI MADRE...


El bolso de mi amatxito era un cofre del tesoro para mi:
cuando no encontraba un caramelo perdido, encontraba una pintura de labios, cuando no encontraba algún regalo, encontraba algún perfume... y cuando no encontraba nada...
encontraba la imaginación de lo que me hubiese querido encontrar.

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XXVI - EL "MONEY"...

Por dinero baila el perro, y por pan, si se lo dan

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XXV - AL MAL TIEMPO...







"Al mal tiempo, buena cara..."

Como si el poner buena o mala cara
cambiase el tiempo...

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XXIV - FRIO.



No me gusta el frio...
Sobre todo si ese frio lo siento en mi interior...

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XXIII - DE ENEMIGOS Y ENEMISTADES...

Hay que guardarse bien de un agua silenciosa,
de un perro silencioso
y de un enemigo silencioso. ..

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XXII - TRISTE...





Por que tú me enseñaste que Andalucía existe...
Por que te echo de menos y ya no estás.

... Manolo

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XXI - MI IMAGEN ANTE EL ESPEJO...


Casi siempre es el miedo de ser nosotros
lo que nos lleva delante del espejo...

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XX - DE ÓRDENES Y DESÓRDENES... TODO ES RELATIVO.

Celia, mirando el Guernica de Picasso, dijo:
Pero, ¿¿¿ Qué desorden es éste???

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XIX - JUGAR...

Celia quería jugar con su primo a cuentos de princesas,
pero él no quería ser príncipe,ni caballero,ni nada,
así que ella muy enfadada le dijo:
«Vale,sé tu mismo y abúrrete».

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XVIII - MI PERRO Y YO...

Cada niño debería tener dos cosas:
un perro, y una madre que le deje tener uno...

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XVII - HALLOWEEN...


El hombre que tiene miedo sin peligro
inventa el peligro para justificar su miedo...





MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XVI - DIETAS...





Estoy cansada de dietas...
las que no consiguen que me vuelva bulímica, harán que me vuelva anoréxica...
Para qué dietas si
¡¡¡existe el Photoshop!!!


Eso ya lo sabía Venus...











MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XV - SOMBRA AQUÍ, Y SOMBRA ALLÁ... MAQUÍLLATE, MAQUÍLLATE

A veces nos pintamos como puertas,
cuando en realidad a nuestros chicos lo que les gusta
es que vayamos con la cara lavada...

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XIV - EL PRINCIPITO QUE TODOS LLEVAMOS DENTRO...






Javi me dijo que no era fácil ser el principito...

Yo creo que todos llevamos un principito dentro.

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XIII - YA 38...

El 3 de octubre hice 38...
Cada día soy más vieja, ¡¡¡pero también soy más FELIZ!!!

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XII - EL VIENTO...

No hay viento favorable para el que no sabe donde va.

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER XI - LA NOCHE...



No estaba muerta, estaba de parranda...


















MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER X - NIÑ@S

Debe preguntarse a los niños y a los pájaros
cómo saben las cerezas y las fresas

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER IX - HACERNOS VIEJ@S

Nada nos hace envejecer con más rapidez
que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos.

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER VIII - LA RISA...

"Conviene reír sin esperar a ser dichoso,
no sea que nos sorprenda la muerte sin haber reído."

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER VII - SER FELIZ...

Esperar una felicidad demasiado grande
ya de por sí es un obstáculo para la felicidad.

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER VI - ESPERANDO EL AMOR...

El amor es como un fruto...
cuando está maduro cae por su propio peso

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER V - PUNTOS DE VISTA


A veces, cuando estoy bloqueada,
sólo me queda analizar las cosas desde otro punto de vista...
Le doy la vuelta al problema, lo miró boca abajo... y !ahí está la solución¡

MISS ESTADOS DE ANIMO: CHAPTER IV - PATEARTE EL CULO...

En realidad no quiero darle a la lata...
En verdad, patearía tu culo ...

MISS REFLEXIONES: CHAPTER XVIII - DE EDUCADORES Y MALTRATADORES


Hace unos días leí un artículo en el que un prestigioso psicólogo decía entre otras payasadas, que a un niño sólo se le podía pegar una vez, y que como era en esa contada ocasión en la que su progenitor podía ponerle la mano encima, tenía que elegir muy bien el momento, ya que de malgastarlo, no se debía volver a repetir en la vida.

Ana me dice que no recuerda el día en el que su ama no le diese una tunda, le agarrase de los pelos y la llevase a rastras hasta su habitación desordenada o que recibiese un tortazo inesperado... Y eso que Ana siempre ha tenido un montón de “premios de bondad” en la escuela.

Ana dice que a pesar de todas las hostias recibidas, ella nunca se ha considerado una niña maltratada. Más bien, le agradece a su ama su mano dura, por que cree que el fruto de aquellos golpes es la mujer en la que hoy se ha convertido.

Cuando yo cuento a la gente que en mi niñez he recibido hostias a mansalva, la respuesta más usual es la de “seguro que te las has merecido”… Claro, yo no he tenido premios de bondad ni de buena conducta…

La verdad es que yo siempre he sido un poco brutita, y hasta los juegos que más me divertían eran en los que recibíamos y dábamos golpes. Un poco marimacho, diríamos entonces…

Recuerdo como Lauri y yo jugábamos con la tía Marisol… ¡Qué risa! Cada vez que nos acercábamos a ella para vacilarle, para comerle la cara a besos, ella cogía su muleta y nos asestaba unos muletazos que entre uy, uy, uy y ja, ja, ja, era como pasábamos tarde. ¡Y qué tarde! De los recuerdos de mi niñez, las hostias que nos daba con la muleta mi tía Marisol, son uno de los mejores. Creo que Lauri también comparte esto conmigo.

A mi aita el dar hostias le ha apasionada desde siempre. Creo que él lo necesita como el agua o como el pan, que para él es el único alimento que nunca puede faltar en la mesa. Bueno, eso y el vino… olvidémonos del agua. Mi aita es un miura, todo pasión, todo mala hostia. Así que la gilipollas de mi, siempre le he dado pretextos para desatar esa ira in contenida que difícilmente podía guardar en sus tripas. Así que a veces por las malas y otras por las buenas, he recibido golpes hasta en el carné de identidad.

Cuando era por las buenas, mi prima Lauri también solía andar conmigo… y Joseba, mi hermano, pero él de otra forma. El aita solía sacarse el cinturón, se sentaba en un silla en la cocina y Lauri y yo teníamos que pasar corriendo cerca de él y evitar que él nos diese con el cinturón. Y mi aita nunca se ha andado con chiquitas. Si conseguía darte, eso escocía como para gritar y llorar. Pero Lauri y yo nos mirábamos, veíamos nuestra mutua cara de susto, y nos partíamos de risa. Joseba nos veía desde la distancia, no entendía como a pesar de los latigazos que estábamos recibiendo Lauri y yo nos estuviésemos divirtiendo tanto. Entonces, sin tenerlas todas consigo, se acercaba e intentaba sumarse al grupo y correr delante de mi aita… a la primera hostia Joseba lloraba y berreaba. Y ahí llegaba la ama para salvarlo, para darle mimos y decirle que era tonto, que él ya sabía que eso dolía y que haber por que coño a pesar de todo se había metido entre tanta masoquista.

Eso era en las buenas… Por que en las malas, yo era un pushing-bag para mi aita. Valgan unas breves anécdotas para contextualizar lo dicho:

Estaba yo un día jugando con mis amigos del barrio a bote-bote delante de casa. Veía yo que mi padre me observaba desde el balcón, y pensé: mira mi padre que enrollado que se divierte viendo jugar a su hija…
Pasado un ratito, mi aita me pega un grito para que suba a casa. La hora de la merienda, pensé. Justo entrar por la puerta el cielo cayó sobre mi. La paliza que me esperaba en mi casa fue de antología. El por qué: por que parece que mientras jugaba, me iba merendando las uñas (que eran mías, no las de él, por que si no, hasta podía llegar a entenderlo, pero NOOOOO, eran las mías…).

Por que hablando del tema de las uñas, las tácticas utilizadas por mi progenitor para que yo y Joseba dejásemos de modérnoslas han ido desde dejarnos días y días sin salir a la calle nuestras tardes de verano copiando un libro de economía vasca, hasta mordernos las falanges de los dedos que teníamos las uñas mordidas. Para eso, tenía establecido que todos los jueves teníamos que hacer un repaso de las uñas. ¡Dios mío que sufrimiento! Cuando nos tomábamos el cola cao para irnos a la cama, le dábamos un beso de buenas noches, y cuando creíamos que por aquella vez se le había olvidado, él con una sonrisa maligna nos miraba de reojo y nos decía “¿y la revisión?”. ¡Dios mio, qué cabrón! entonces rezábamos para que en la última hora los nervios hubiesen hecho que nuestras uñas creciesen, queríamos ser gatos con nuestras uñas retractiles, para que “ZAS” esas uñas miserables saliesen de nuestras carnes… Pero que va… dedo por dedo, sus dientes mordían nuestros dedos hasta hacernos llorar.

Quiero informar al respetable, que a pesar de todos los castigos que mi padre nos puso para que no nos mordiésemos las uñas, hoy en día uno de mis mayores placeres es acabar con todas ellas. Y que conste que no me las como… las muerdo y las escupo. ¡Todo un placer!


Era domingo a la noche cuando en otra ocasión, (esto ya sería cuando yo tenía más o menos trece años) mis padres llegaron a casa y me pillaron “in fraganti” estudiando en la sala… A mi aita no le pareció bien que estudiase tumbada en la alfombra de la sala. El consideraba que para estudiar era necesario, imprescindible, obligatorio, forzosamente indispensable y de vital importancia que se hiciese en una mesa y yo sentaba en la silla que encajase en dicha mesa. Así que me dijo: “¿
Esas son formas de estudiar?” a lo que yo contesté “yo estudio como me da la gana”.

Los ojos se le nublaron, se le inyectaron de sangre y un vapor express le empezó a salir por sus narices. Acto seguido cogió la enciclopedia de la humanidad (gorda, gorda, gorda…) que yo solía consultar a menudo cuando estudiaba y me la puso de sombrero. Claro que no delicadamente, si no que me la encasquetó como con un martillo. “
Un día chavala, vas a hacer que te tire por el balcón…

Otro domingo por la noche (que mal rollo los domingos a la noche, coño…) llegó y me dijo: “
acabo de ver a la estúpida de tu amiga” a lo que yo amigablemente respondí: estúpido serás tú”.

Se volvió a repetir la misma escena de antes, ojos nublados y ensangrentados, pinta de toro a punto de salir al coso taurino, se saca el zapato y me da de taconazos por todo el cuerpo. Yo en el intento de evitar feas cicatrices en mi cara, me la tapo con los brazos (que las cicatrices son mejores en sitios ocultos y no como seña de identidad).

Al día siguiente mi brazo tenía tres veces su tamaño. Con respecto al color del mismo, ni qué hablar: parecía que me habían injertado el brazo de un negro zulú: negro, negro, negro. Mi ama preocupada, me decía que teníamos que ir al médico, pero “
cuando lleguemos, ¿qué le vas a decir al médico? ¿cómo te lo has hecho?” y yo “La verdad. Que ha sido mi padre quien me ha dejado este brazo en este lamentable estado”. Mi ama con sus ojos a punto de salírseles de las órbitas me dice “pues entonces no vamos”.

No sé si en aquella época esto hubiese sido motivo de quitarles mi custodia a mis aitas. Lo que si sé que hoy en día es probable que se hubiesen metido en un problema. También sé que no tengo nada que reprochar a mi aita. Seguramente yo no era fácil (seguramente, más que seguro), y a estas alturas de mi vida, creo que tengo que agradecer que aquellas hostias hayan hecho de mi lo que ahora soy.

Así que al psicólogo de marras, que se deje de tonterías, que ni Ana ni yo estamos traumatizadas por los golpes de nuestros padres, que más bien estamos agradecidas. Así que si un día yo tengo un crío… ¡qué se vaya preparando!

MISS REFLEXIONES: CHAPTER XVII - TELL ME LIES, TELL ME SWEET LITTLE LIES...


En esto de la mentira hay verdaderos profesionales. También los hay mediocres, los que son malos…muy malos, los que lo hacen por deporte, y los que ya no saben vivir sin mentir.


Éstos últimos, los que no saben vivir sin mentir, acaban siendo los malos… muy malos. Son lo que mienten tan a menudo, sin ningún motivo, que les pillas la primera mentira, después la segunda, y a la tercera, aunque lo que se le haya escapado sea una verdad, ya nos les crees nada. Son los amigos del pastorcillo, aquel que al final consigue que el lobo se coma todas sus ovejas.


Es esta categoría tengo a un montón de amigos, coleguillas, conocidos y menos conocidos. Es el caso de Carlitos, que en es un verdadero profesional inventando historias: una vez, a poco de conocerlo, nos dijo que había combatido en la guerra de Angola… nos relató como había visto morir a sus compañeros… el cabrón hasta lloró. A mi me había convencido (sabía que Cuba había mandado tropas a Angola) y al resto de cubanos que estaba conmigo (unos cuantos) también, pero Ernesto lo miraba desde el rabillo del ojo, y cuando Carlitos se levanto con los ojos llenos de lágrimas a enjuagárselas en el baño, Ernesto nos dijo burlón: “Cuando la guerra de Angola, Carlitos tenía 14 años”.


Siempre que llamabas a Carlitos al móvil y le preguntabas por dónde andaba, te decía que estaba en Franfurkt, Berlín o París, que estaba aburrido, que había cogido el coche y que había llegado hasta allí…


En la actualidad Carlitos no tiene muchos amigos.


Iván es otro tipo de mentirosillo. Este tipo de mentiroso no es un “rara avis” ya que miente para hacer lo que quiere y librarse de broncas. Un ejemplo: las jornadas laborales de Iván son largas, largas, largas… según le cuenta a Mayra cuando llega tarde a casa. Mayra, a todo esto, sabe desde que hora está la furgoneta del trabajo aparcada delante de casa, así que todas esas horas extras de Iván nos las hace trabajando, si no echando potes con sus colegas. Cuando llega a casa, en lugar de tener taza, tiene taza y media. Una por llegar tarde, y la mitad por mentir. O viceversa.


Erne en cambio, sin ser mentiroso, que no creo que lo sea (o si lo es, debe ser muy bueno, por que hace tiempo que no le pillo en una) es bastante exagerado. Erne no tiene término medio, no tiene escala de grises: todo es o blanco o negro. Tiende a maximizar todas sus experiencias y emociones, para lo bueno y también para lo malo… Estas “exageraciones emocionales” hacen que desconozcas la medida justa de las cosas que cuenta Ernesto.


Mi hermano en cambio es un campeón. Joseba no miente, pero tampoco se puede esperar que diga la verdad. Es un artista de la ocultación.


Desde que éramos niños hasta que me fui de casa, el carro de las hostias era ésta que está escribiendo. Yo, la mayor de los dos, a base de zapatazos, escobazos, hostias a tutiplé, he ido abriendo el camino a mi hermanito. Él con el camino limpio de zarzas y malas hierbas, ha ido aprendiendo lo doloroso de ir con la verdad por delante. Lo ha aprendido, no por experiencia propia, si no por mi experiencia. Así que un día pareció decidir que era mejor ser Dr. Jekyll y Mr. Hyde. El bueno, que era Jekyll lo reservaba para casa, y el otro, sin llegar a ser del todo Hyde, era el que dejaba suelto por la calle.

Así que en la familia, yo soy la que llevo el cuerpo lleno de cicatrices (en mi espíritu) y el tiene la piel inmaculada como la de un niño (en cuerpo y espíritu). Todo este aprendizaje de nuestra niñez y adolescencia le vino muy bien para moldearse como “el mejor quedón”, y así ser un hacha como comercial en el sector de la automoción y ahora también en el de los medicamentos.


Y yo… yo también lo hago de vez en cuando o de cuando en vez… Y no lo hago ni por deporte, ni por salvarme de alguna bronca. Creo que yo lo hago por miedo a las consecuencias de decir la verdad. Para que todo siga igual.


Creo. Pero tampoco estoy segura…


Lo que si tengo claro es que todo este animalario de tipos de mentirosillos en el que me incluyo, no mentimos hacía afuera, nos engañamos hacia adentro. En realidad ¿Qué le importa a la gente si yo miento o no? ¿No será que al mentir en alto, yo también acabo creyéndomelo?


“Tell me lies, tell me sweet little lies”...

MISS REFLEXIONES: CHAPTER XVII - EL LIBRO DE MIS RECUERDOS


Una vez os hable de Christian, mi quiropractor. Hoy comienzo con María Jesús, mi homeópata.

María Jesús me dice que todas las enfermedades físicas son en realidad enfermedades del alma. Dice que todas las emociones y sentimientos que no afloran se quedan dentro, y que dentro hacen más daño que echándolas a la calle. En su opinión las enfermedades sólo son síntomas del problema, y que sí, que podemos callar a las enfermedades con medicinas, pero que si no atacamos a la raíz del problema (el no exteriorizar las emociones), estas enfermedades volverán a salir.

Eso me estaba explicando una vez que acudí a ella por un problemilla que no viene al caso explicar. Así que una vez le explique “el problemilla” María Jesús empezó a escarbar en mis recuerdos para investigar donde podía estar la raíz del asunto. Según ella (y su experiencia, decía) la raíz se encontraba en el ámbito afectivo. Así que abrí el libro de mis recuerdos y le hice un resumen de lo que había sido mi vida afectiva…Y como mi vida afectiva ha sido breve, y además se trataba de un resumen, sólo tarde unos segundos. Esos pocos segundos le bastaron para dictaminar: «El origen de esta enfermedad se encuentra en la relación incestuosa que mantuviste con tu primer novio». ¿¿¿¿¿¿¿¿?????????? ¿Comorrrrrr? «Después de 11 años con él, tu no lo considerabas tu pareja. Para ti era un hermano.» ¡Coño, pues sí! Que aunque tenga mis dudas de que esta sea la causa de mi padecimiento, es cierto que con tan pocas palabras se pueda resumir el porqué de mi final con Asier. Para mi era mi hermano.

La historia con Asier, después de 11 años, no terminó como hubiese querido. ¡Joder, que no lo quería como pareja, pero lo quería como si fuese mi hermano, y eso es mucho ¿no? Pues eso, que después de 11 años, ahora no queda nada. Fue él quien un día me dijo que su nueva pareja sufría por mi, y que por ella, era mejor que “por un tiempo” no tuviésemos ningún contacto…

“Por un tiempo”, y de eso hace ya 8 años.

Asier está en el libro de mis recuerdos. Este libro tiene ya 37 años, y Asier ocupa, más o menos las páginas centrales. Cuando quiero abrir estas páginas, no puedo. Deben estar pegadas con loctite… Quiero acordarme de las cosas que hacíamos en común, de cómo era la casa en que vivíamos, como era él en bolas… y no me acuerdo de nada. Quiero acordarme de cómo era su voz, y tampoco lo consigo.

En este libro de mis recuerdos voy anotando todas las risas que he me echado con mi gente, las lagrimas derramadas y las que aún queriendo salir permanecieron en mis ojos, todas las cosas que me han puesto “carne de pollo”, las caricias que he recibido y las que he dado, todos los “te quiero” repartidos y recibidos, y también todo el daño que me han hecho, y el que yo también he hecho.

Este libro viaja por mi cuerpo a toda vela. A veces toma rumbo a mis ojos, y deja como estela un reguero de lágrimas. Otras, baja hacía el estomago creando con su torbellino un hondo agujero negro. Otras sube sigilosamente hacía el corazón y pone en marcha todos los motores de bombeo, que parece que quisiera hacérmelo estallar. Otras en cambio baja a lo más oscuro, a mis intestinos. Es ahí donde me dan ganas de cagarme en todos mis recuerdos…

Me dijeron una vez que era una experta pasando página. Creo que quería decir que olvido rápidamente las cosas que me hacen daño. Es posible que sea cierto.

Sin embargo, y aunque las páginas de los recuerdos de Asier están pegadas con loctite, otras que contienen muchos otros recuerdos son páginas ya pasadas pero mal pegadas. Cuando menos te lo esperas, viene cualquier brisita infame con un olor, una canción, algo que te recuerda a una situación pasada, y de golpe y porrazo las páginas pasadas se despegan, y el marca páginas retrocede hasta situarse nuevamente en ellas.

No, no en todos los casos soy una buena pasadora de páginas...

MISS ESTADOS DE ÁNIMO: CHAPTER III - SI TUVIERA ALAS PARA VOLAR...


Cuando las cosas van mal, cuando no encuentro la solución,
cuando no es fácil pasar página...
Ójala tuviera alas para poder escapar de todo esto...

MISS ESTADOS DE ÁNIMO: CHAPTER II - ¿GUARDAR UN SECRETO...?

Tranquila, yo no se lo diré a nadie...
pero mis amigas no lo sé...

MISS ESTADOS DE ÁNIMO: CHAPTER I - ¿POR QUÉ YO...?

Estoy chunga...
parece que todo lo malo sólo me pasa a mi. Y ¿por qué a mi?...
¿por qué yo...?

MISS REFLEXIONES: CHAPTER XVI - LA METADONA

Esto no es un caso de drogas al uso tradicional. Este es el caso de la dependencia emocional (y no de otras sustancias).


En esto de las emociones soy de las que prefieren estar montada en la montaña rusa a estar en coma, y creo que esto merece una explicación:


Cuando siento a tope, cuando soy feliz y esta sensación se me escapa por los ojos, por la piel, por todos los poros y las raíces capilares, estoy en la cumbre de la montaña. Esa visión desde la cumbre es lo que persigo todos los días de mi vida. Sé que esta sensación no es para siempre y que tarde o temprano llega la caída. Cuando ésta llega y en consecuencia soy la persona más infeliz del mundo, me deshago en llanto por las esquinas y siento un agujero hondo y oscuro dentro de mí. Esta sensación también se me escapa por los ojos, por la piel, por los poros y las raíces de mi pelo. Paso del grado superior de felicidad (∞) al grado superior en infelicidad (-∞)…


La situación comatosa es otra: no tienes grandes alegrías, pero tampoco grandes tristezas. No hace ni frío ni calor… “Cero grados”, diría un amigo mío.


Bien, yo soy una drogadicta de la felicidad. Sé que esta droga crea dependencia, y que cuando no la tengo sufro un síndrome de abstinencia de locura (un mono del tamaño de King Kong). Bien… ¿y qué más da?


Cuando soy feliz, esta felicidad suele depender en una gran medida de otra u otras personas, así que soy consciente de que camino sobre la cuerda floja. Como ese estado de ánimo no se sustenta en mí, tarde o temprano me tambaleo (o me hacen tambalear) y caigo. La caída a ese pozo oscuro de la infelicidad suele ser larga y jodida dependiendo de la altura a la que he llegado en esa montaña rusa de mis alegrías.


Casi siempre soy consciente de en donde me estoy metiendo, la cantidad de sentimientos que pongo en juego y el riesgo que corro si pierdo. Pero esto no me salva de sufrir cuando me toca sufrir…


En ese pozo de mis sentimientos no quiero oír palabras dulces que me distorsionen lo áspero de mi realidad, no quiero que las noticias malas vayan llegando de poquito a poquito para que mi sufrimiento sea más suave pero más largo, no quiero que se me oculte nada de lo que está por venir… No quiero que me den metadona para que vaya desenganchándome de la felicidad.


Desde el fondo de ese agujero, prefiero mirar hacía arriba, hacía la luz, aunque ésta esté muy lejana sabiendo cual es la realidad. No quiero que la metadona me enturbie esa visión de la verdad y me haga creer que la luz y la salida están más cerca de lo que están. Y si la salida está lejos y el camino es largo, da igual: para esto también “hay más tiempo que vida”.

Espero verte pronto...

Espero verte pronto...