MISS REFLEXIONES: CHAPTER X – LA PIRAMIDE DE ALIMENTOS



Estaba yo dándole vueltas al anterior chapter, pensando en todas las cosas que tengo que cambiar si quiero llevar una dieta equilibrada y sana. Estaba pensando que si el cambio de dieta es un esfuerzo relativo, podría incluirlo en los propósitos para el año nuevo… pero que va.

He estado analizando la pirámide de alimentos y un mar de dudas se ha cernido sobre mi.

Empecemos por la base de la pirámide: los cereales. Mejor que sean integrales. Si vas al super y buscas los alimentos integrales, te darás cuenta de que estos serán los más caros de la estantería (y por supuesto, no están ni la mitad de ricos que los elaborados con harinas refinadas)

Seguimos: las verduras y legumbres. En este punto tengo que aclarar que esto de las verduras y legumbres no es lo mío. Introducir estos alimentos en mi dieta sería una transformación total. Yo lo más, una ensaladita... Sobre este punto, también aclarar que el precio de productos no transgénicos, o en los que para su cultivo no se hayan utilizado pesticidas, es bastante más alto.

Las frutas: no soy muy amiga de frutas (sobre todo de las frutas que no engordan, por que me encanta el plátano y las uvas, pero éstas son las únicas frutas que te quitan de cualquier dieta de adelgazamiento). Las frutas se meten en cámaras frigoríficas cuando aún no están maduras, así que cuando le metes un bocado (sirva de ejemplo una manzana…) te das cuenta que no tiene ningún sabor, que hubiese sido parecido hincarle el diente a una manzana, que pongamos, a un melón.

Sobre los lácteos, hago referencia a lo que me decía Christian en el chapter anterior.

Carnes y pescados: Con todas las enfermedades raras que están padeciendo las pobres vacas, cerdos, pollos, salmones… ¿De verdad alguien se atreve a asegurar que lo que estamos metiéndonos a la boca está sano?

En la cúpula, por que no podía ser de otra forma, mis favoritos: las grasas y los dulces. Y sobre estos, permítanme, no seré yo quien hable mal. Ya tienen mala fama de por sí, sin que yo tenga que añadir más leña al fuego.

A estas alturas de la película me pregunto si no será mejor comerme los mocos… que aunque cuando era pequeña mi amatxo me decía que no me los comiera, que éstos no alimentaban, igual se equivocaba, por que ¿conocéis a alguien que le haya hecho un análisis nutricional a sus mocos? Lo que si tengo claro es que los míos no tienen ni conservantes, ni antioxidantes, ni acidulantes, ni ningún E de esos que están analizando para ver si son perjudiciales o no para la salud. Yo sé que a mi mis mocos me gustaban, y que de comérmelos, yo no me he muerto. ¿En qué nivel de la pirámide nutricional podría colocar yo los míos?

MISS REFLEXIONES: CHAPTER IX – MI DIETA: ¡QUE CORRA LA COCA COLA!




Pronto me toca hacerle una visita a Christian. Christian es mi “médico” quiropractor. L@s que nunca habéis estado en la consulta de un quiropractor fliparíais con el método que utilizan para enderezarte la columna, quitarte los dolores de vértebras, dolores de cabeza, cuello, espalda… y un montón de problemillas más. Te desnudas, te pones una bata con la espalda al descubierto, te tumbas boca abajo sobre una camilla, y ahí empieza el espectáculo… Christian te pone unos zapatos de hombre, tipo charleston, con la puntera cortada, lápiz en mano te pinta un montón de rayas por las piernas, espalda y cuello, se pone un dedal de goma en el dedo pulgar y te presiona las zonas que tiene marcadas. La primera vez que estuve en su consulta pensé “Qué clase de caradura es este hombre, es imposible que con sólo tocarme esos puntos, a mi se me quite el dolor de espalda y el dolor de cabeza”.

Pues la verdad que el método, o las técnicas, funcionan. Con unas cuantas visitas al susodicho, al módico precio de 50 euritos por sesión (qué el tío está forrado, por que la sala está siempre repleta, y la sesión no dura más de 15 minutos. Y además tiene pinta de ser todo en negro…), se te quitan los dolores.

La preocupación de Christian conmigo es la mala alimentación que llevo. Mala según él…

Se preocupa por mi dependencia a la Coca-Cola Light. Dice que la Coca Cola ya es mala de por sí, que el gas de los refrescos acabarán por generarme una osteoporosis. Y el colmo debe ser que además es Light: estos productos contienen sacarosas que están siendo prohibidas en un montón de países. Las sacarosas degeneran los músculos y producen esclerosis, alzheimer, diabetes y un montón de enfermedades que no voy a enumerar para no deprimirme.

Tampoco le gusta a Christian que beba café con leche. Dice que la mezcla de café con la leche es un veneno, que ensucia mi hígado. El café con leche lo cambié por el Cola Cao. Esto tampoco le gustó…

A Christian le gustaría que eliminase la leche de mi dieta. Un día me explicó: Se supone que lo que nosotros bebemos en casa es leche de vaca. La leche extraída de la vaca la tratan (pasteurizan) para eliminar de ella las bacterias. Se supone que sólo le quitan lo malo. Pero la verdad es que se ha probado que un ternero muere si se le alimenta sólo con leche de la que bebemos en nuestras ca
sas…




En cada visita, desmonta un alimento básico de mi dieta (mala, pero mía…), así que he optado por mentirle: sólo me alimento de verduras, frutas, leche de soja, legumbres, harinas integrales… Y es que prefiero vivir en la ignorancia, pero seguir siendo feliz con mi Coca Cola Light, con mis cenas a base de Cola Cao y galletas, mis desayunos de napolitanas de chocolate… que en definitiva, prefiero vivir jodida, pero contenta.

MISS REFLEXIONES: CHAPTER VIII - CUANDO SE VUELVE A NACER


Dentro de unos días celebraré mi primer año de vida… L@s que me conocéis, sabéis que hace un mes cumplí 37 (ni más ni menos…). Es cierto. También es cierto que el día 23 de noviembre del año pasado tuve un accidente “mu pero que mu gordo”.


Ese día fue perfecto, estupendo, de los que me acordaría toda la vida incluso de no haber acabado como acabó. Ese día tuve un accidente cuando volvía de Durango, de noche y lloviendo. Perdí el control del coche, choque con el contén de la autopista, volqué y me traslade un buen trayecto (largo, largo, largo…) sobre el techo del coche. Aunque el tiempo transcurrido entre que el coche chocó y paró no debe haber sido mucho, en el momento me pareció interminable. En lo único que pensaba era en qué momento el coche pararía y contra qué me daría. Y sobre todo si de esta iba a salir viva… .

Y salí…
Cuando el coche paró, yo estaba boca abajo con el cinturón de seguridad puesto. Me costó quitármelo y caí sobre el techo. No sabía cómo salir de allí, estaba desorientada. Boca abajo el coche no parecía el mismo. Salí por una ventana rota.

No lloré. Ni en ese momento ni más tarde. El coche estaba hecho una chatarra pero yo estaba bien. Tenía un montón de heridas en la mano que me sangraban y que me dejaron la ropa hecha un asco. Después me daría cuenta que también tenía el cuello tocado. Pero en ese momento yo esta bien. “De puta madre” diría después a cualquiera.

De todo aquello sólo me queda una conclusión: Si después del accidente como secuela sólo tengo un montón de pequeñas cicatrices en la mano izquierda, y el golf del aita que heredé en vida por la defunción de mi focus, sólo tengo una conclusión posible: No es fácil morirse. No es nada fácil morirse…

MISS REFLEXIONES: CHAPTER VII - PERO EL TIEMPO PASA...


La vida siempre nos sorprende, incluso cuando y donde menos te lo esperas, colocando a nuestro paso a gente de la que una tiene mucho que aprender. Eso me pasó en un viaje que hicimos Ana y yo a Oporto, y ahora me ha vuelto a pasar en un proceso de Promoción Interna que hemos echado a andar en la empresa.


Como la persona que dejó el puesto vacante era la única que controlaba en realidad las características del puesto, para buscar su sustitut@ tuvimos que recurrir a un profesional que nos ayudase a organizar este proceso de selección.


Entonces es cuando conocí a Txema. Me puse en contacto con él por un número de teléfono que me dieron, y sin que me conociese de nada, se ofreció a ayudarme en todo lo que necesitase (y he necesitado mucho…), con una actitud tan positiva que contagiaba a quien estuviese con él sólo por estar con él.


Nos hemos visto en varias ocasiones para preparar toda esta cabalgata de pruebas, entrevistas, procedimientos… y el último día en que entre entrevista y entrevista tuvimos tiempo para desnudarnos un poco (de espíritu, quiero decir) me contó que pronto se iba a jubilar. No me parece que Txema sea de las personas que deciden jubilarse y se jubilan de vivir (por que mucha gente al llegar a la jubilación deciden morirse, se quedan sin el sentido que el trabajo les había estado dando a sus vidas…). Txema tiene la pinta de ser de esas personas que nunca se jubilan, seguirá interesado por muchos temas que ha ido tocando en su trabajo, seguirá con su aprendizaje a lo largo de la vida, y con muchas otras actividades que le llenan ahora o le llenarán después. Sólo cambiará de cobrar nómina a cobra pensión. Me apostaría que por lo demás, seguirá tan activo como siempre.


Bueno, que estábamos en eso de quitarnos las ropas del espíritu cuando dijo “vivimos de viernes a domingo, y el resto de la semana queremos que pase muy rápido para que llegue el siguiente viernes. Queremos que el tiempo pase muy rápido… Pero el tiempo pasa…”


Y párate a pensar… Si lo que Txema dice es cierto, y yo no tengo ninguna duda de que lo es ¿Qué porcentaje de nuestro tiempo pasamos haciendo cosas que queremos? Y cuando hacemos cosas que nos aportan poco (léase, trabajar, diferentes compromisos “obligados”, malos momentos, etc.) ¿No queremos que el tiempo pase lo antes posible? y pensando por otra parte en los días de fin de semana, vacaciones… ¿De verdad aprovechamos el tiempo para disfrutar o simplemente lo dejamos pasar?


Recuerdo un acertijo en el que más o menos se preguntaba: qué es la única cosa que no se puede ahorrar, guardar y que si se malgasta tampoco se puede recuperar. Por supuesto, la respuesta es el tiempo…


Nuestro tiempo es limitado y no lo estamos aprovechando, y además de no estar aprovechándolo, queremos que pase volando… y cuando nos damos cuenta, si hemos tenido suerte, hemos llegado a la vejez. De ahí a la muerte sólo un paso (eso también, si tenemos suerte).Y aquí sí, fin del cuento…

MISS REFLEXIONES - CHAPTER V - CUANDO UN NIÑO TE HACE PENSAR...


El día anterior a mi 37 cumpleaños Javi me regaló un libro “Frases célebres de niños 2”. Este libro es una recopilación de frases dichas por niños (pequeños y muy pequeños…) que no por ser eso, niños, son menos sabias que las dichas por celebridades.


Miren (5 años)
Miren les dijo un día a sus padres que a un niño de su clase se la había muerto su abuelo. Luego preguntó a dónde iría el abuelo del niño ahora que se había muerto. “Pues al cielo” le dijeron sus padres. Entonces ella contesto riendo ”Sí hombre, al cielo, ¡con caja y todo!”.

Esther (3 años)
Un día en el pueblo iba con su madre paseando hacia el cementerio y le pregunto: “Mamá, ¿por qué vamos al cementerio?”. “Para visitar a nuestros seres queridos que han muerto”, le contestó su madre. Y Esther le dijo ”Pero, mamá, si están muertos, ¿para qué los guardáis?”.


A mi, que no soy madre pero que sueño con serlo, ¡me entra un acojono! ¿Qué se les dice a est@s enan@s cuando te hablan con esa lógica? ¿Qué respuestas le daría yo a mi enan@ si me hiciese preguntas de este calibre? Me tendría desvelada toda la noche dándole vueltas y más vueltas, ya no tanto por intentar darle una respuesta, si no por no haberme hecho yo esa misma pregunta antes…

MISS REFLEXIONES: CHAPTER IV - APRENDER A RENUNCIAR


Es jodido esto de renunciar… sobre todo cuando una está acostumbrada a conseguir todo aquello que quiere.

Leí una vez (que yo leo, a veces para entretenerme, y algunas otras, las que menos, para cultivarme) que a los niños desde muy pequeños, incluso desde que se les amamanta, había que enseñarles lo que es la frustración. Decía el artículo, escrito por un conocido psicólogo, que al bebé no había que darle el pecho (biberón en su caso) cada vez que este llorase (por hambre, se entiende). Decía que había que dejarlo llorar para que aprendiese que en la vida no siempre uno puede tener lo que quiere, y tampoco lo que necesita.

Estuve yo cavilando por un tiempo, dándole vueltas a lo que decía el psicólogo de marras, pensando al principio, que el cabrón no debía ser padre. Ahora, que de tanto darle vueltas al asunto lo he ajado y descolorido, pienso que el tío quizá estuviese acertado. Y dándole vueltas y más vuelas, llegué a la conclusión que quizá mi amatxo siempre que lloré me enganchó a su teta. ¿A qué viene esto? A que me quedo bien jodida cuando no consigo lo que quiero. Y no es que quiera culpar a mi ama de lo gilipollas que soy a veces, pero oye, si la culpa es suya y no mía, la cuenta de mi psicólogo que se la hagan llegar a ella.

Esto en lo que se refiere a la resistencia a la frustración. Hablemos ahora de la capacidad de renuncia.

Hace poco en una conferencia en el Kursaal en el que el conferenciante, un escritor, coach… (y no sé cuántas cosas más era este hombre, además de ser “Eusko Label”, vasco-vasco y de calidad) más o menos dijo que “un hombre (mujer en su caso) sólo puede ser feliz si aprende a renunciar”. Eso, digo yo, puede ser cierto si el hombre o mujer en cuestión tiene la mala suerte de verse en la tesitura de tener que renunciar. Que si a mi no me obligaran a renunciar, yo no renunciaría NUNCA A NADA… ¡Todo para mi!

Pero entre que no tengo resistencia a la frustración y entre que si por mi fuera yo no renunciaría a nada, aunque habitualmente me veo en la obligación de a hacerlo, muchas veces me encuentro tocándole la puerta a la infelicidad. Esta cabrona siempre me abre la puerta (por llamarla con tanta insistencia será…) y me mima y me acuna entre sus brazos, y no hace más que ponerme musiquita para llorar… Yo, que a veces tengo alma masoquista, me dejo hacer.

Otras veces, cuando creo que mi depósito de lágrimas ya está vacío, cierro el grifo, me pinto los ojos para que no parezcan dos melones, miro hacia delante… y decido “pasar página”.

MISS REFLEXIONES: CHAPTER III - Y SI MI ALMA SÓLO PESA 21 GRAMOS ¿POR QUÉ TENGO MIEDO A PONERME COMO UNA VACA?


Releyendo el "chapter II" en el que hablaba del peso del alma, me he dado cuenta que el temita me ha quedado como muy serio. Cuando empecé a escribirlo quería darle un tono jocosillo, pero el tic-tac del golpeteo en las teclas se rige por mis dedos, y estos por mi cabeza. Cuando te descuidas empiezan a pasar negros nubarrones, y aquello que querías tratar con alegría de pronto se convierte en un vomito de sentimientos y de recuerdos. De seguir por este camino, mi “chapter” de hoy volverá a coger el mismo color…

Entonces, al tema: Si lo que soy en verdad sólo pesa 21 gramos ¿el resto de gramos (muchos, muchos, muchos…) hasta mi peso (la última vez, unos 60.000 gramos) para que coño los necesito? ¿
No será que mi alma es mucho más grande y por consiguiente, mucho más pesada? Y, como este asunto del alma es difícil de demostrar empíricamente, yo podría tener otra teoría ¿Quién dice que cada un@ de nosotr@s sólo tenemos un alma? Yo apostaría a que según mi peso yo tengo 2.857,14 almas… Y quien diga lo contrario, que me lo apueste…y en su caso, que me lo demuestre.

MISS REFLEXIONES: CHAPTER II – MI ALMA PESA 21 GRAMOS

Bueno, y parece que la tuya también…

Según algunos estudios, cuando una persona muere su peso corporal se reduce en 21 gramos. El físico-médico Francis Crick, ganador del Nobel por describir la estructura tridimensional de doble hélice del ADN, dedico 50 años de su vida a demostrar que el alma (o lo que él llama conciencia) son una serie de neuronas y neurotransmisores (y un montón de cosas más que no acabo de entender). En esta red de neuronas se guardan nuestros recuerdos, nuestras sensaciones, lo que somos, lo que acabamos siendo en esta vida. Cuando morimos, esta red desaparece, y con ella, nuestro cuerpo pierde 21 gramos.

21 gramos…

Y yo me paro a pensar… todo lo que soy sólo pesa 21 gramos.

Siendo yo muy pequeña (no creo que tuviese más de 5 años) solía desvelarme en la cama pensando en que un día me iba a morir, además esto era irremediable, no tenía escapatoria. Lloraba todas las noches pensando en lo mismo.


Un día, no sé por qué, dejé de pensar en ello… Instinto de autoprotección debía ser (para no volverme loca desde tan pequeña… ya tendría tiempo para eso al hacerme mayor).

Muchas veces recuerdo aquella sensación: el miedo a morir. Y recuerdo que no tenía miedo al dolor que pudiera sentir en el momento en que llegase, ni la forma en que moriría (aunque a veces me imaginaba viva dentro de mi ataúd). Lo que me “mataba” era pensar dónde iba a parar todo el amor que sentía por mis padres, por mis abuelos, dónde irían a parar todas mis alegrías, todo el cariño que tenía por repartir.

Creo que a lo que le tenía miedo era a perder mi alma… esos 21 gramos.

Espero verte pronto...

Espero verte pronto...